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La televisión (mal)educa

Este es un tema que tenemos que solucionar urgentemente. Hoy día, en las familias, a los padres les preocupa qué tipo de programas ven sus hijos en la televisión. De hecho, debido a las dificultados de muchas familias para sobrellevar al horario laboral, muchos niños pasan tardes solos en casa, sin vigilancia alguna.

 

Según indican las encuestas del estudio “Encuesta de Infancia en España” de la Fundación SM, los niños cuando están solos en casa se dedican fundamentalmente a navegar por internet, a ver la televisión y a hacer uso de sus teléfonos móviles, lo cual es realmente preocupante.

 

Al fin y al cabo, son los padres los que tienen que educar a nuestros hijos para que hagan un uso responsable de la televisión pues es está en sus manos el poder controlar lo que irresponsablemente emiten algunas cadenas de televisión dentro del mal llamado “horario de protección infantil”. Además, los responsables últimos del consumo que se hace de la televisión cada día son las familias.

Hay que destacar que el hecho de que las familias tengan esa gran responsabilidad no libra a las cadenas televisivas de poseer su grado de responsabilidad según el Código de Autorregulación sobre contenidos televisivos e infancia. El horario protegido es el que se encuentra en la franja de las 6:00 a las 22:00 horas y no se pueden emitir programas clasificados como “no recomendados para menores de 18 años” y existe también un horario reforzado que es el que está en la franja de las 8:00 a las 9:00 y de 17:00 a las 20:00 horas de lunes a viernes y de 9:00 a 12:00 horas los sábados, domingos y festivos de ámbito nacional donde no se pueden emitir programas clasificados como “no recomendados para menores de 13 años”.

La pregunta es: ¿está la televisión pensada para los niños? o mejor aún, ¿la mayoría de los programas que se emiten en la actualidad están pensados para un público infantil o adulto? Me vienen a la cabeza programas como Sálvame, Mujeres y Hombres y Viceversa, etc.

Las cadenas de televisión deberían tomar conciencia del enorme protagonismo y responsabilidad educativa que poseen: son transmisores de valores (más bien contravalores), de hábitos, de modelos, de comportamientos sociales, etc. que están ofreciendo a nuestros niños. Quieran o no están educándolos, aunque lo están haciendo enormemente mal pues dentro de ese “tramo protegido” están presentando:

  • Debates donde lo que prima es el insulto, la descalificación y las faltas de respeto continuadas.

  • Estereotipos de diversa clase.

  • Contenidos violentos donde no solo aparece violencia física sino también verbal y psicológica.

  • Muestran la sexualidad como algo banal y de una manera muy superficial.

  • Un uso del lenguaje desagradable y, en muchas ocasiones, inadecuado.

Deberíamos demandar que las cadenas de televisión se interesen y preocupen por la educación de nuestros hijos de una manera real pues en ella está el futuro (y el presente) de esta sociedad. Que la final de Gran Hermano VIP (por ejemplo) alcance esos máximos de audiencia me hace replantearme que la crisis que vivimos no es tan sólo económica…

Es momento de hacer llegar el mensaje a las cadenas de que queremos una televisión que no nos haga nadar a contracorriente a padres y educadores. Que nos ayude a remar juntos facilitando y complementando nuestro trabajo y no que actúe como un Tsunami que nos viene de frente y nos arrolla. Para que esto llegue a ser así tenemos que “aliarnos” padres y docentes; familias y escuelas y pasar a la acción realizando llamamientos, denuncias, cartas al director, etc. alzando la voz y diciéndoles con firmeza que todo no vale.

¿Cómo se puede controlar el buen uso de la televisión?

  • Evitar que el niño tenga televisión en su habitación.

  • En la medida de lo posible,  acompañar a los niños mientras ven la televisión.

  • Convertir la televisión en una herramienta educativa para el diálogo y el debate.

  • Determinar un horario que se ha de cumplir y revisar la programación seleccionando los programas adaptados a su edad.

  • No usar la televisión como única forma de recompensa/castigo.

  • No tener la televisión todo el día encendida.

  • Potenciar en los hijos una actitud crítica que les ayude a adquirir una mayor autonomía.

 

En definitiva, tenemos que educar en cómo ver la televisión tanto desde la familia como desde la escuela pues si sabemos aprovecharla, tenemos una herramienta muy poderosa y útil a nuestro favor.

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